martes, 9 de diciembre de 2008

60s OTTO MUEHL




OTTO MUEHL


Otto Muehl. Sus inicios fueron en el campo de la pintura a la que ha regresado nuevamente. El cuerpo humano es el objeto sobre el que actua. Destructivo, violento e irónico utiliza todo tipo de fluidos, ruidos, olores, luces, comida, deshechos en su proceso de terapía total y liberación de los instintos sexuales. En 1970 el arte pasa a la vida y crea una comuna que llega a tener 700 miembros donde hombres y mujeres deben mantener relaciones rotatorias, está prohibido enamorarse y no existe la propiedad privada. Algo salió mal en esta propuesta porque en 1991 entra en la cárcel por siete años acusado de abuso de menores y actualmente está en pleitos con miembros de la comuna por la propiedad de los cuadros que se hicieron en el transcurso de sus vidas en común. Sus acciones han sido muy contestadas por muchas mujeres artistas


Del accionismo vienes:





Arte, radicalidad, y transgresión


Durante
muchos años, los trabajos de los accionistas fueron llevados a cabo de forma
simultánea e independiente de los demás movimientos artísticos contemporáneos de
la época, los cuales, compartían un interés común en el rechazo al arte estático y tradicional. La
práctica de alguna de sus ideas requerían la realización de “acciones” en
entornos controlados, o ante extensas audiencias.
Principalmente, los
accionistas vieneses son recordados por lo grotesco y lo violento de muchos de
sus trabajos, donde frecuentemente se realizaban sacrificios a animales,
rituales orgiásticos o prácticas sexuales aparentemente sangrientas (como
simulaciones de mutilaciones genitales o violaciones). Todo ello desafiaba a las
convenciones éticas y morales sobre las que se cimenta la sociedad occidental,
por lo que muchos de estos artistas fueron perseguidos por la ley y por varias
asociaciones ecologistas y religiosas. Así, en junio de 1968, Gunter
Bruss
(que llegó a decir que la destrucción era un elemento fundamental de
su arte) fue arrestado por “degradar los símbolos del país” en su obra Kunst+Revolution
(Arte+Revolución). No obstante, tras seis meses de condena logró escapar con su
familia a Alemania. Otros accionistas
como Otto
Mühl
y Hermann Nitsch también
cumplieron condenas por participar en varias “acciones” de carácter abiertamente blasfematorio y violento.












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